Sol Sarmiento
Marisol Sarmiento (Durango, México. 1998).
Bailarina de danza contemporánea, estudiante del quinto año de la Licenciatura en Danza Contemporánea en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Actualmete forma parte de la 2da generación de la compañía juvenil de danza contemporánea de la UNAM. (DAJU)
¿Quién soy?
Mi nombre es Fernanda Marisol Sarmiento Sánchez y para empezar, probablemente soy la suma de cada nombre; del Fernanda, obtuve pertenencia, raíz y la opción de siempre cambiar de personalidad si lo deseaba. Del Marisol, el brillo y la terquedad. Del Sarmiento, honestidad, observación y coraje y del Sánchez, empatía, valor y creatividad.
A pesar de que se me otorgaron 4 formas de nombrarme, hoy decido que se me llame “Sol” porque ahí encuentro la autenticidad, el espacio en blanco que puedo llenar a partir de mí misma, donde cabe mi yo distraída e informal, así como mi descubrimiento aún en proceso de madurez y responsabilidad. No busco olvidar lo antes vivido, sino desprenderme del papel que se me otorgó por mucho tiempo disfrazado de un nombre y darme la oportunidad de que cada día que se me pregunte “¿Quién eres?” Pueda ser una suma diferente de posibilidades.
Hoy, soy Sol y mi cuerpo que ahora considero herramienta de trabajo me dice mucho de quien soy.
Soy unos pies que apenas aprendieron a tocar tierra firme y que hoy pueden estar en superficies más inestables que ayer. Unas rodillas sabias que me han enseñado lo que es el auto cuidado y los límites en mi vida, que puedo modificar y adaptar situaciones para poder superarlas sin tener que desistir. Mi rodilla derecha, el dolor más grande… me ha mostrado que soy más fuerte de lo que alguna vez creí, mi rodilla izquierda que soy mi más grande apoyo cuando algo se complica, ambas me han enseñado que no todos los días se está bien pero que siempre que se quiera, se puede explorar con lo que se siente.
Soy una pelvis que no siempre está segura de ceder, pero que cuando lo hace, me permite descubrir el origen de muchas cosas, me facilita llegar a lugares en los que no había estado antes, me sorprende, desafía y contiene. Soy una columna vertebral que honestamente no sé si tiene 32 o 35 fuentes de información, porque aún no logro encontrarlas individualmente, intento visualizarla pero solo me vienen imágenes de mi exterior que puedo relacionar a la sensación que me provoca moverla, me lleva al placer y a la expansión más grande que he sentido últimamente.
12 pares de costillas que alguna vez confundí con estorbo y rigidez, hoy me maravillo de su expansión y contención, me provocan curiosidad mientras aprendo a aceptar su forma.
Soy un par de brazos, protectores, compuestos de una lucha entre longitud e híper extensión, tratando de convivir para su funcionalidad, mis antenas, perceptivas, que me llevan a recibir o me impulsan a rechazar.
Unas manos que considero la extensión de mis sentimientos, primer vinculo directo con mi necesidad de expresión, si el abecedario puede leerse en ellas, tengo mil posibilidades de comunicación.
Hoy soy afortunada de ser todo eso, mañana no sé si tendré más o tendré menos , tal vez sucedan cambios minúsculos como tener medio milímetro más de cabello, cortar mis uñas o rasgar mi piel, probablemente sean cambios más grandes que prefiero no comentar para no alterar mi paz por un momento, solo se, que hoy tengo el deseo de seguir buscándome porque creo que nunca existirá un fin pero no quiero quedarme en el mismo lugar del camino.
Todo esto, traducido a mi vida y a mi danza.
¿por qué considero que es importante nuestra generación?
¿Qué es lo que le da el rango de importancia a los hechos históricos? Para mí, no hay uno más importante que otro, porque nunca sabremos qué pasaría si quitáramos aunque sea el ladrillo más pequeño de la torre de la vida… se me ocurren mil posibilidades, por lo tanto, la historia tendría un sin fin de maneras de ser contada.
Veo cada generación como un nivel más de la torre, cada decisión tomada como un ladrillo y cada evento desafortunado como una marca de guerra.
Me resulta fascinante pensar en los errores y aciertos que vivieron generaciones pasadas, porque probablemente sin querer, han marcado el donde estamos situados ahora… tenemos leyendas que nos dan una idea de qué pasó ayer, para hoy poder gozar de ciertos privilegios, ó historias desafortunadas que nos hacen valorar y replantearnos el porque de muchas cosas.
Nuestra generación, así como muchas otras, ha luchado y hablado por sus intereses e inquietudes que se modifican con lo que ocurre a nuestro alrededor, sin embargo, particularmente nos vimos frente a frente con una marca de guerra que comenzó en marzo 2020 y aún no estamos muy seguros en donde acabará. No teníamos idea, incluso ahora que llevamos más de un año conviviendo con esta situación, hay días donde seguimos sin tener pista de cómo afrontarla. No teníamos a donde voltear para aprender cómo, nos tocó descubrir formas, inventar soluciones, buscar ser creativos, incluso en días donde la motivación no se veía por ningún lado.
Usualmente, el humano busca autenticidad, personalidad, un criterio propio para así, poder manifestarse mediante ello. Sin embargo, una generación que está parada en el mismo sitio, con la misma ropa, escuchando al mismo tiempo una misma canción, con los mismos horarios y la misma disposición de tiempo, probablemente llegue a un punto donde esa personalidad de alguna manera se unifique con el resto del grupo. Es a lo que estábamos acostumbrados, hasta que tuvimos que volver a nuestro origen… Trece personas acostumbradas a verse a los ojos, tuvieron que cambiarlos por pantallas repartidas por toda la República mexicana.
Considero que no es este evento lo que nos marca como una generación importante, si no la resiliencia que cada uno consiguió como pudo y finalmente fue lo que nos unió como grupo. La adaptación, que tuvo entrada en nuestras cabezas desde el día uno de esta “nueva normalidad” inundando nuestro pensamiento y haciendo corto circuito con nuestras emociones.
Pienso que en algunos años cuando se hable de resiliencia y adaptación, puedan pensar en nosotros, volteando a nuestro piso de la torre que seguramente seguirá en construcción, viéndonos como un probable punto de partida y evolucionar a donde tengan que llegar.
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No busco romantizar esta situación, solo escribo una pequeña parte de lo que ha sido este último año para mí. Consciente de que no ha sido igual para todos, lo escribo con todo el respeto que se merecen todas las personas afectadas debido a la contingencia.
